lunes, 11 de agosto de 2014

Gaza: sin novedad en el frente


Cuando Israel se "porta bien" y no está masacrando civiles palestinos la ocupación y el sitio continúa con todas las consecuencias para la población palestina (económicas,psicologicas,sociales,etc,etc).

En la placa Noam Chomsky cita cifras de BTselem, organismo de derechos humanos israelí. Efectivamente fuera de las periodicas masacres en promedio 2 niños palestinos por semana son asesinados por las fuerzas armadas israelíes.

Estatidisticas "B'Tselem - The Israeli Information Center for Human Rights in the Occupied Territories" http://www.btselem.org/statistics


lunes, 4 de agosto de 2014

Hablemos de Siria


Uno de los argumentos que se utiliza como soporte del ataque israelì sobre Gaza es . "¿Por què no hablas de Siria?". Manera sibilina del remanido "antisemita" que el sionismo iguala a toda crìtica a Israel.

El defensor de la masare israeli desconoce la totalidad de lo que "denuncia" su interlocutor. Eso sì tenemos la certeza que denunciar a Israel es garantìa de recibir recriminaciones.


domingo, 3 de agosto de 2014

"El origen de Israel es como el del niño que nace de una violación" ENTREVISTA SHLOMO SAND

El historiador israelí Shlomo Sand niega que Israel tenga la voluntad sincera de acabar con el conflicto mediante una paz justa

  fuente http://www.publico.es/internacional/536829/el-origen-de-israel-es-como-el-del-nino-que-nace-de-una-violacion

¿Israel se fundó sobre principios democráticos? ¿Puede justificarse la existencia de Israel a partir de antiguos derechos históricos? ¿Israel se defiende de Hamas? ¿Israel quiere realmente la paz? Son preguntas que atentan contra consignas oficiales ampliamente difundidas en Occidente, y a las que da respuesta uno de los intelectuales israelíes más controvertidos: el historiador Shlomo Sand (Linz, Austria, 1946), profesor emérito de la Universidad de Tel Aviv. Hijo de judíos polacos, supervivientes del Holocausto; veterano de la Guerra de los Seis Días (1967) y autor del polémico ensayo Cómo y cuándo se invento el pueblo judío (2008), Sand demuestra con su análisis que pueden mantenerse posiciones reflexivas y tolerantes aun en los momentos más difíciles de tan largo y sangriento conflicto.

Fuera de Israel, muchas personas se preguntan cuáles son los obstáculos que impiden la creación de un Estado multiconfesional, con capital en Jerusalén. Pero, en Israel, parece que nadie respalda esta opción. ¿Existe una corriente palestina favorable a esta solución?
Hace 130 años, la población árabe ocupaba toda Palestina. En ese tiempo, ¿qué hemos hecho los judíos? Confinar a los árabes en dos reservas indias, una hostil (la Franja de Gaza) y otra por el momento relativamente amistosa (Cisjordania). Hemos negado a ese pueblo su existencia como nación y su derecho a crear una entidad política. Ése es, seguramente, uno de los mayores obstáculos para la paz.
La solución de un Estado único tiene una justificación moral evidente, pero no una viabilidad política. Después de tantos años de ocupación y guerra (se trata del conflicto más largo de la historia contemporánea), no creo en la posibilidad de un solo Estado. Me parece una propuesta infantil, sobre todo porque Israel es la sociedad más racista del mundo occidental. A mi entender, la solución estriba en dos estados con las fronteras de 1967, uno israelí —no específicamente judío, sino israelí, de todos sus ciudadanos— y otro palestino. Además, creo que ambos estados deberían unirse en una confederación, al cabo de cierto tiempo.
Antaño, la izquierda radical palestina abogaba por un solo Estado, pero actualmente esta facción ocupa una posición totalmente marginal entre las fuerzas políticas palestinas.
"Israel es la sociedad más racista del mundo occidental" Israel fue creado según los principios democráticos occidentales. Sin embargo, los ciudadanos árabes israelíes han denunciado en muchas ocasiones la vigencia de leyes étnicas discriminatorias.
Israel no se fundó sobre los principios políticos democráticos al uso en Occidente. Es cierto que la cultura política israelí es relativamente liberal. Pero Israel, desde sus orígenes, se definió como Estado judío, no como un Estado de ciudadanos, judíos y árabes. ¿Qué quiere decir, en democracia, "Estado judío"? No hay que olvidar que millón y medio de israelíes no son judíos, sino árabes. Me gusta poner como ejemplo el conflicto entre Catalunya y España: el Estado español no se define como exclusivamente castellano, admite una realidad cultural catalana.
Yo defino a Israel como una etnocracia liberal. ¿Y por qué liberal? Porque ciertamente es pluralista, de otro modo yo no podría ser profesor en la Universidad de Tel Aviv.

En la línea argumental del filósofo y escritor israelí Yeshayahu Leibowitz (1903-1994), ¿piensa usted que la ocupación de los territorios palestinos ha corrompido a la sociedad israelí?
No estoy seguro de que sea exactamente así. El problema radica una vez más en el carácter etnocéntrico del Estado judío. Más que corrompido, creo que el Estado se ha vuelto cada vez más cínico, y creo que la corrupción de la sociedad se ha hecho más visible, pero ello ocurre en la mayoría de los países en estos primeros tiempos del siglo XXI.

Muchos europeos son acusados de antisemitas cuando critican la política de ocupación israelí, pero muchos israelíes son estigmatizados en Europa como genocidas cuando defienden la existencia del Estado de Israel, incluso si defienden un diálogo sincero con los palestinos para alcanzar un acuerdo de paz definitivo.
Hay muchos israelíes que están contra la ocupación y la guerra actual, tanto sionistas como no sionistas.
A pesar de los abusos cometidos; de la ocupación de los territorios palestinos, que ha sido una tragedia; y de su política belicista, yo defiendo la existencia de Israel como Estado. No porque le reconozca los derechos históricos que reclama, sino por el solo hecho de su existencia, y también porque cualquier intento de hacerlo desaparecer traerá consigo nuevas tragedias.
Yo comparo el origen de Israel con el de un niño que nace a raíz de una violación. Israel nace de la violación de la población árabe local, pero ya no puede desaparecer. Acabar con el conflicto obliga también al reconocimiento de un Estado palestino, hecho que Israel sólo acepta con la boca pequeña.

Un crimen abominable, el asesinato de tres adolescentes israelíes, dio lugar a un crimen no menos repugnante, el asesinato de un muchacho palestino. La reacción del Gobierno israelí ante el primero de estos sucesos fue militar, no policial, como hubiera sido normal ante actos de esta naturaleza.
Ante todo debe decirse que Hamas no tuvo nada que ver con el asesinato de los tres colonos israelíes. Sin embargo, esa fue la excusa para que Israel atacara nuevamente Gaza con toda su fuerza militar.
Previamente a este suceso, Israel había vuelto de detener aproximadamente a la mitad de los activistas de Hamas liberados en 2011, a cambio del sargento Guilad Shalit. Volvió a arrestarlos sin ninguna prueba contra ellos. Era una declaración de guerra y Hamas no podía dejar de responder.
Hamas me parece un régimen espantoso por la islamización forzada de la sociedad, pero tiene motivos para reaccionar, del mismo modo que la Unión Soviética tenía razones para defenderse de la agresión nazi en 1941, aunque la dictadura estaliniana fuera aún más espantosa que la de Hamas.
Por otra parte, me parece buena señal que Hamas haya renunciado a las acciones terroristas que practicó en el pasado, y eso a pesar de los daños que Israel está causando a la población civil de Gaza. Israel ha roto todas las reglas del juego.
"Hamas tiene motivos para reaccionar"

La memoria es un elemento constitutivo fundamental de la personalidad individual y colectiva. Cuando hay tanta herida abierta en ambos bandos, ¿es posible negociar y llegar a acuerdos? ¿Cómo pueden superarse estos sentimientos enfrentados?
Estoy de acuerdo en que existe la situación sobre la que me pregunta, pero usted sabe que la memoria no es un mecanismo automático, sino un contenido elaborado. La memoria colectiva es completamente diferente de la memoria individual, en tanto que producto de la educación; la construyen los maestros, los historiadores... Si usted da crédito a los libros escolares de Israel, verá que cualquier soldado israelí puede considerarse descendiente directo de los guerreros del rey David. Muchos israelíes creen que su historia ya fue escrita hace 3.000 años. La educación fabrica la identidad colectiva actual. De ella también dependerá el futuro, y por ambas partes.

Hamas es un componente esencial del movimiento palestino, pero, aparentemente, no se presta a ningún acuerdo con Israel. ¿Cómo puede solventarse esta situación? ¿Hamas aceptará finalmente la existencia de Israel?
Estoy seguro de que Hamas llegará a aceptar la existencia del Estado de Israel según las fronteras de 1967, al igual que hizo en su momento la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Pero Israel, a mi entender, no quiere realmente la paz, porque se niega a reconocer cualquier forma de soberanía palestina sobre su propio territorio. Así lo mostró su acción contra la Flotilla de la Libertad (mayo de 2010). Puedo entender que la Marina israelí controlara aquellos barcos, para asegurarse de que no llevaban armamento, pero luego debía haber permitido que la flotilla siguiera rumbo a Gaza. Acciones así muestran que Israel representa un papel teatral de falso diálogo.
Yo quisiera que Israel aceptara las condiciones de tregua solicitadas por Hamas, es decir, el levantamiento del bloqueo impuesto a Gaza. Desde hace ocho años, Gaza está completamente aislada del mundo, por culpa de Israel y con la complicidad actual de Egipto. Creo que es un compromiso de obligado cumplimiento para construir una paz verdadera.

Marwan Barghouti, uno de los líderes de la segunda Intifada palestina (2000-2005), que está preso en Israel desde 2006, ha sido presentado en muchas ocasiones como la persona capaz de conducir un proceso de paz estable. Una suerte de Mandela palestino. ¿Qué piensa usted sobre Barghouti?
No conozco personalmente a Barghouti, pero soy laico y estoy convencido de que es una personalidad de futuro; espero que sea un buen adversario político frente a Hamas. Por desgracia, no tiene ningún peso político actualmente, debido a su condición de preso.

¿Cree usted que asistimos a un fortalecimiento del integrismo religioso en ambos bandos? ¿Están perdiendo protagonismo los sectores laicos?
Como les he dicho, yo soy laico. Creo que unir política y religión es una perversión, y que introducir la religión en el conflicto solo puede conducir a la catástrofe. Por desgracia, el conflicto está aumentando la influencia islamista en la sociedad palestina, del mismo modo que crece la influencia religiosa judía en la sociedad israelí. El principal peligro no estriba en que la gente sea religiosa, sino en que lo sea el Estado; cuando la religión desborda el ámbito privado para tener una dimensión nacional, el enfrentamiento se agudiza.

Se dice que Gaza posee yacimientos de hidrocarburos y que Israel se niega a ceder su explotación a los palestinos.
"Israel  representa un  teatro de falso diálogo ayudado por EEUU"
Creo que solo son suposiciones. La raíz del problema de Gaza no es material, sino ideológica, y estriba en que Israel se niega a reconocer la existencia de una nación árabe palestina. No quiere aceptar la evidencia de la presencia del pueblo palestino, y no puede soportar ninguna expresión de independencia en Palestina. Israel no quiere la paz, pero representa un papel teatral de falso diálogo, ayudado por los Estados Unidos y ante la pasividad de Europa.

¿Los colonos judíos de los asentamientos cisjordanos representan un grave obstáculo para la solución del conflicto?
Los colonos no deben ser un obstáculo para la paz. En la Universidad de Tel Aviv hay estudiantes nacidos en los asentamientos que se muestran críticos con la ocupación; sin embargo, sus raíces están en las colonias. ¿Cuál es la solución? Puesto que creo en la posibilidad de dos estados soberanos pero confederados, del mismo modo que hay árabes israelíes, los colonos podrían quedar en sus asentamientos como ciudadanos palestinos.

¿Cuál es su balance final acerca de la situación en que se haya el conflicto?
Por supuesto, sigo creyendo en el diálogo entre palestinos e israelíes. Pero mi visión es muy pesimista en estos momentos. Pienso que el proceso de paz necesita una ayuda exterior; necesitamos que Europa salga de su pasividad, porque el tiempo apremia

 

domingo, 27 de julio de 2014

Súplica de un periodista israelí "En mi nombre no, por favor"

Publicado originalmente en: http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/mi-nombre-no-favor-articulo-506855


El Mundo 26 Jul 2014 - 9:00 pm
Súplica de un periodista israelí

"En mi nombre no, por favor"

Hamás es extremadamente peligroso, sí. Pero también hay un racismo sistemático que se ha arraigado en la sociedad israelí generación tras generación.
Por: Ami kaufman / Especial para El Epectador

Miro a mi hija mayor, que está a punto de cumplir siete años, mientras estamos parados en el pasillo de las escaleras. ¡Está tan cansada! Sus ojos, sin embargo, están bien abiertos. Acabo de despertarla en medio de la noche, sacudiéndola con fuerza mientras las sirenas empezaban a gemir en mi ciudad de Bat Yam, un suburbio de Tel Aviv, avisándonos de los cohetes que venían.
Los misiles que Hamás apuntó hacia nuestra área nos dieron casi un minuto para encontrar refugio. Vivimos en el tercer piso de un edificio de apartamentos, así que no hay suficiente tiempo para bajar al sótano/búnker, especialmente cuando tienes niños. Entonces nos quedamos en el pasillo con nuestros vecinos: algunos salieron de la ducha sólo con una toalla encima, algunos estaban en pijama, a algunos nunca los he conocido. Sonreímos y tratamos de bromear.
Pero entonces, sobre nosotros, ¡bum! Y luego otro bum. Al principio no sabía si era el sonido de haber dado en el blanco, pero era más probable que fuera el de la interceptación del cohete por la Cúpula de Hierro (Iron Dome), el sistema antimisiles de defensa israelí.
Es un sonido al que nos hemos acostumbrado en las últimas semanas. Bueno, la palabra no es precisamente “costumbre”. Todavía es perturbador. Abrazo a mi hija con fuerza mientras mi esposa sostiene a nuestra otra hija, que tiene cuatro años. Menos mal ella sigue dormida. No fue así como planeamos pasar el verano: íbamos a jugar afuera, a nadar en el mar, no a permanecer encerrados todo el día ni amontonarnos en el pasillo cada noche.
Tampoco estaba entre mis planes comerme las uñas hasta la raíz cuando dejo a las niñas en su campamento de verano y me voy a mi trabajo, a media hora de distancia. Allí, mi único sistema de comunicación es el WhatsApp con los instructores que, cuando se apagan las sirenas, notifican que todo está bien. “Estamos en el refugio antiaéreo de la escuela, los niños están bien, no hay por qué preocuparse”, dice usualmente el mensaje. No obstante, me preocupo.
¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo llegamos a esta situación de la operación Borde Protector, con más de 850 palestinos, 35 israelíes y un ciudadano tailandés muertos, mientras las cifras crecen a cada minuto que pasa?
Si miramos sólo los eventos recientes, es de hecho muy claro: puede que Israel no haya iniciado esta escalada, pero sin duda la alentó. La ruptura de los diálogos de paz entre israelíes y palestinos en abril y el total rechazo israelí hacia el gobierno de unidad entre Hamás y Fatah (el movimiento que fundó Yasser Arafat) generaron tensiones a un nivel aún más alto.
Rápidamente vino después el trágico secuestro de tres adolescentes israelíes en Cisjordania. Para echarle más leña al fuego, el primer ministro Benjamín Netanyahu culpó de inmediato a los miembros de Hamás por el plagio y siguió culpándolos luego de que se hallaran los cuerpos, a pesar de que hasta la fecha no ha mostrado evidencia de esa responsabilidad. Al parecer, los secuestradores eran un grupo delincuencial que no recibía órdenes de los líderes de Hamás. Éstos, a su vez, por supuesto no ayudaron en nada cuando, al saber de los secuestros, aplaudieron.
Como si fuera poco, las tres semanas de búsqueda de los jóvenes secuestrados estuvo disfrazada todo el tiempo como una operación de rescate de rehenes, aun cuando el Gobierno sabía desde el inicio que estaban muertos. Netanyahu usó ese tiempo para seguir culpando a Hamás y para, literalmente, declararles la guerra a todos los palestinos, mientras Israel arrestaba a cientos de ellos en Cisjordania y volvía a ejecutar asesinatos selectivos en Gaza.
La provocación que encabezaron los políticos israelíes durante ese período llevó a una atmósfera de odio tal contra los árabes en Israel que permitió uno de los asesinatos más brutales que este país haya visto: seis judíos ultraconservadores secuestraron a un árabe de 16 años en la localidad de Shuafat, en el Este de Jerusalén —área palestina—, lo golpearon y le prendieron fuego en un bosque cercano. El asesinato de inmediato desencadenó disturbios en el Este de Jerusalén y también en ciudades palestinas ubicadas dentro de Israel.
Con tanta tensión en el aire, y sobre todo después de que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) abatieran a nueve militantes de Hamás en un túnel de Gaza (señalaron que iban a usar el túnel para un ataque terrorista), una organización extremista como Hamás realmente no necesitaba muchas excusas para empezar a disparar. A partir de ahí, la escalada se volvió la ya conocida rutina de cientos de cohetes de Hamás, ataques aéreos pesados de Israel, intentos de Hamás por infiltrar Israel y, al final, la incursión por tierra de Israel.
El resultado ha sido devastador, tal cual podía esperarse de una guerra tan desproporcionada entre uno de los ejércitos más ricos y poderosos del planeta contra un grupo guerrillero. Las cifras de las Naciones Unidas muestran que cerca del 80% de los muertos en Gaza son civiles. Estos números no hacen quedar nada bien a un país que, asegura, hace todo lo posible por mantener a los civiles fuera de peligro. Infortunadamente, la cosa sólo empeora: más de 200 niños —al menos 11 bebés incluidos— han sido asesinados. Todas estas acciones cometidas por el ejército que acá se insiste en calificar como “el más ético del mundo”.
Además, algunos de esos niños murieron el domingo pasado en lo que sólo puede ser considerado un crimen de guerra. En un intento por abatir a Ahmad Sahmoud, miliciano de Hamás, las FDI arrojaron una bomba sobre el edificio donde se encontraba esa noche. El problema es que el edificio era también el hogar de la familia Abu Jame, familia de civiles por demás. Ciertamente, el ataque consiguió que Sahmoud fuera abatido, pero también les costó la vida a 25 personas inocentes: 18 de ellos eran niños y bebés, y había una mujer embarazada.
Los medios israelíes a duras penas discutieron el suceso. Estaban completamente inmersos en las bajas que se habían producido de nuestro lado. Por supuesto, es entendible concentrarse en el “equipo” propio, pero uno pensaría que eventos trágicos como la masacre de los Abu Jame deberían ser expuestos. Al parecer, los israelíes estamos de acuerdo con estos daños colaterales. Al parecer no tenemos problema cuando un general del ejército dice: “Sí, veo que hay 25 personas inocentes dentro de la construcción, pero sus vidas deben cobrarse al igual que la del miembro de Hamás”.
¿Es esta la ética que se resalta en el ejército? Personalmente, creo que estándares éticos tan bajos sólo pueden ser producto del racismo sistemático que se ha arraigado en la sociedad israelí generación tras generación, así como a través del sistema educativo. Mostrar tal apatía ante la muerte de 130 niños con el propósito de “enseñarle a esa gente una lección” no es más que la consecuencia de una ideología racista.
En días como estos, cuando los cañones disparan, el racismo sale a flote con toda su fuerza. Un prominente rabino, Dov Lior, pidió la destrucción de Gaza y dio luz verde a la matanza de civiles inocentes. Activistas de izquierda protestando por la operación militar han sido golpeados por activistas de derecha. Celebridades que expresan una palabra de solidaridad con las víctimas palestinas son opacadas y obligadas a disculparse para no perder sus campañas de ayuda. Me apena decir que incluso yo tengo mucho cuidado respecto a con quiénes comparto mis opiniones, las cuales mucha gente aquí tacha de radicales y traidoras. Siento miedo.
Como lo dije antes, esto es sólo mirando los eventos recientes que ocurrieron en los últimos meses, enfocado en las semanas recientes y la operación Borde Protector. Sin embargo, el juego de la culpa, de quién tiró la primera piedra, realmente ya no importa. Lo importante es dar un paso atrás y mirar el panorama general: un retrato de ocupación, de negación de derechos básicos a millones de personas, de robo de tierras y de apartheid por casi 50 años. Israel es una empresa colonial que mantiene a millones de personas bajo un gobierno militar y el mundo no hace nada al respecto.
Claro, Hamás controla la Franja de Gaza, pero sólo como la más grande prisión al aire libre del mundo. La Franja la maneja Israel desde afuera, decidiendo qué entra, cuánto entra y quiénes entran. En Cisjordania hay algunas áreas que la Autoridad Palestina maneja, lo cual facilita la ocupación de Israel porque no tiene que lidiar con asuntos de los ciudadanos. Y si alguien se sale de los límites, Israel sabrá cómo mostrarle un poco de “amor duro”, así como lo está haciendo ahora mismo y como lo hará en los años por venir.
Permítanme ser claro: no acepto que Hamás dispare cohetes contra civiles. ¡Civiles como mi familia y como yo! Estos son crímenes de guerra también y Hamás es una organización extremadamente peligrosa. Les doy, no obstante, crédito en algo: al menos no se autoproclaman como el ejército más ético del mundo. Cuando matan a 30 soldados y tres civiles, y las Fuerzas de Defensa de Israel matan a cientos de personas, la mayoría civiles, ¿quién es exactamente el terrorista?
De nuevo, en este pasillo, miro a mis hijas mientras los misiles de Hamás vuelan por encima de nosotros. Pienso en las docenas de niñas palestinas de su misma edad que han muerto en estos días por causa de las bombas de una tonelada que han arrojado los cazas F16; en sus padres sacando, con sus propias manos, los cuerpos de sus pequeñas de entre los escombros; en sus madres llorando y aferrándose a sus ropas rasgadas.
Y dentro de mí siento que la rabia crece mientras me repito: “En mi nombre no, por favor”.

A mis prójimos palestinos les digo lo mismo: “En mi nombre no, por favor”.

* Ami Kaufman es periodista israelí y cofundador de la revista virtual +972, un ejercicio periodístico independiente de israelíes y palestinos.


‘+972’, un esfuerzo de periodismo
En Oriente Medio es prácticamente imposible encontrar un medio tradicional que cubra con independencia la situación entre Israel y Palestina. Por esa razón Ami Kaufman (escritor del artículo que acaba de leer) y otros colegas fundaron ‘+972’, una revista virtual que recoge los blogs de periodistas tanto de Israel como de Palestina y que, como ellos mismos señalan, están “comprometidos con los derechos humanos y la libertad de la información, así como en contra de la ocupación”. Su nombre corresponde al código de área que comparten Israel y Palestina, quizá como un mensaje implícito que les recuerde que también tienen nexos que los unen. ‘+972’ se financia a través de sus lectores.

jueves, 24 de julio de 2014

Relato del horror: entrevista telefonica Tv Publica Argentina a Ahmad Yacoub.

Ahmad Yacoub vive con su familia al norte de Gaza. El horror en primera persona del sufrimiento de casi 2 millones de palestinos encerrados en un gigantesco guetto y machados por una de las fuerzas armadas màs poderosas del planeta.


miércoles, 23 de julio de 2014

Escudos humanos y asesinato deliberado de civiles: práctica habitual de las fuerzas armadas israelíes

"Los ataques aéreos indiscriminados de Israel, y no el uso de escudos humanos por parte de Hizbulá, como afirmaron funcionarios israelíes, causaron la mayoría de las aproximadamente 900 muertes civiles en Líbano durante la guerra entre Israel y Hizbulá durante julio y agosto de 2006, señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy.  " Informe HRW sobre bombardeos de Israel en 2006 sobre el Líbano http://www.hrw.org/fr/news/2007/09/05/israell-bano-los-ataques-indiscriminados-de-israel-mataron-la-mayor-de-los-civiles

El asesinato deliberado de civiles y el uso de escudos humanos es una práctica habitual de las fuerzas armadas israelíes. A continuación algunas noticias y denuncias de organismos internacionales. Click en la imágenes para agrandar:
























Nombres y edades de los niños masacrados por Israel


Hacer click en la imagen para agrandar
http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/middleeast/palestinianauthority/10984259/Revealed-the-Palestinian-children-killed-by-Israeli-forces.html



Fuente:http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/middleeast/palestinianauthority/10984259/Revealed-the-Palestinian-children-killed-by-Israeli-forces.html

viernes, 18 de julio de 2014

¡Antisemita! ¿Por què condenas solo a Israel y no a x ?





Calificar a los críticos de las acciones criminales de Israel como "antisemitas" es uno de los argumentos que más se esgrime en la esfera pública (medios de comunicación, foros internacionales, redes sociales). Utilizado tanto por sionistas conscientes como por los inconscientes. “Anstisemita” pretende ser un descalificante moral absoluto.



Cómo el crítico es un “antisemita” entonces el defensor de los actos criminales israelíes no va a tener en cuenta nada de lo que se argumente. Porque los “antisemitas” no tienen argumentos; con los “antisemitas” no se puede debatir; al "antisemita" se lo condena. "Antisemita" actúa como orejera para uno y como mordaza para el otro.



El sionista consciente lanzará sin más la descalificaciòn "antisemita" y punto. Se termina la discusión. Las acciones y crímenes que emprenda Israel son indiscutibles. Las acciones israelíes solo las cuestionan los "antisemitas".



El sionista inconsciente, o tímido, apela a cierta sutileza. No dice directamente, deja sutilmente flotando la idea. El "antisemitismo" del interlocutor está demostrado porque condena “únicamente” a Israel. Israel y sus crímenes son, supuestamente, la única obsesión del crítico. Cómo solo critica a Israel entonces queda demostrado, desde el razonamiento del sionista tímido, que el crítico es un "antisemita". El procedimiento es indirecto, pero el resultado es el mismo: Israel solo es discutido por "antisemitas".



“¿Y por qué solo condenas a Israel?” El sionista tímido/inconsciente -y su interlocutor- desconocen mutuamente todo lo que cada uno aprueba o condena fuera de la ínfima esfera de desacuerdo puntual en la que están enfrascados. Fuera de la discusión existe un mutuo universo de opiniones y posturas personales desconocido. Indefectiblemente el crítico condena y aprueba un abanico de cuestiones más allá del puntual desacuerdo en la condena del comportamiento criminal de las instituciones israelíes.



Otro lugar común de interrogación del sionista tímido/inconsciente: “¿y por qué solo condenas a Israel y no a x?”. Entonces queda establecido un punto en común y una contradicción. El punto en común es que la pregunta admite que las acciones de Israel son condenables como las de x. La contradicción es que el interrogador en realidad estaba en labor de defender el punto de que las conductas del Estado israelí no eran condenables.



Cómo crítico de las acciones criminales del Estado israelí creo que hay respuestas diferentes que "antisemitismo" por supuesta obsesión.



Paradoja es que una de las razones fundamentales de las condenas a las acciones israelíes sobre las poblaciones nativas palestinas no-judias es la enorme cantidad de justificadores/defensores de estos crímenes. Es difícil encontrar en la esfera pública defensores de los crímenes de X frente a la facilidad de hallar pasionales -tímidos y descarados- defensores de las politicas criminales de Israel.



Israel tiene otras singularidades.Contemporáneamente no deben existir casos con la duración de la opresión que Israel ejerce sobre la población no-judía de Palestina.



Singular también es la ideología detrás del Estado israelí: lo más rancio y detestable del nacionalismo decimonónico (racismo, militarismo, limpieza étnica, ciudadanos de segunda por pertenencia étnica) pero en pleno siglo XXI. Casi irrepetible.



También es singular y fundamental en toda esta cuestión lo que dice(*) Santiago Alba Rico : "Palestina constituye una grieta moral del mundo globalizado". Agrego que Israel es un brazo brutal del poder en el mundo -EE. UU.- que actúa como gendarme desestabilizador en la región. Gendarme como otros aliados de EE. UU.: Arabia Saudí, Turquía, Colombia, etc. Poder brutal que explica gran parte de imposibilidad para que los pueblos de la región gocen de sus propias experiencias de paz y democracia. Los palestinos no-judios son la población que más explícitamente sufren este orden mundial.

(*) "Desde hace al menos 60 años, Occidente viene haciendo un esfuerzo sin precedentes, en armas, dólares y palabras, para ocultar dos ideas sencillas y terribles que, indisociables entre sí, deberían hacernos temblar. La primera es que Palestina constituye la grieta moral del mundo globalizado, el punto vertebral por el que se está rompiendo ya la humanidad entera. El segundo es que Israel constituye la máxima amenaza, no ya para la vida y la dignidad de los palestinos, sino para cualquier esperanza de paz y estabilidad en nuestro planeta." Santiago Alba Rico, " Israel es el peligro" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=35073

jueves, 17 de julio de 2014

Michel Warschawski."Estado, nación y nacionalismo: la actualidad del sionismo"



Michel Warschawski, también conocido como Mikado (Estrasburgo, Francia, 1949), es un activista israelí, presidente del Centro de Información Alternativa. Es conocido por su militancia comunista y por sus posiciones políticas contrarias al sionismo.1 http://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Warschawski
"El Estado judío, tan étnicamente puro como sea posible, es la esencia del sionismo político y el cimiento del consenso nacional israelí. La exclusión o la separación de los palestinos es el objetivo común tanto de la derecha como de la izquierda sionistas. El gran debate común de la izquierda y la derecha sionista después de decenios gira en torno a los medios para alcanzar ese objetivo" Michel Warschawski

Publicado en: https://www.nodo50.org/csca/palestina/warchavski_14-08-02.html



Estado, nación y nacionalismo: la actualidad del sionismo
Michel Warschawski
Revue Tiers Monde, núm. 114, octubre-diciembre, 1994
Traducción: Loles Oliván, CSCAweb (www.csca.org/csca), 14-08-02
"El Estado judío, tan étnicamente puro como sea posible, es la esencia del sionismo político y el cimiento del consenso nacional israelí. La exclusión o la separación de los palestinos es el objetivo común tanto de la derecha como de la izquierda sionistas. El gran debate común de la izquierda y la derecha sionista después de decenios gira en torno a los medios para alcanzar ese objetivo"
Como todas las modas, el postmodernismo ha penetrado en Israel con más de cinco años de retraso y una de las expresiones que ha adoptado esta nueva moda intelectual es la del denominado postsionismo. En los círculos intelectuales de Tel Aviv hoy en día está bien visto hacer del sionismo una cuestión cultural que habría tenido sus horas de gloria hasta el año 1967 -algunos dicen 1948- y que hoy habría entrado a formar parte del pasado.
Sin embargo, el sionismo no es un fenómeno cultural sino una realidad política determinada por intereses muy concretos que posee mecanismos muy reales y que, sobre todo, produce unas cotas de sufrimiento que no tienen nada que ver con cualquier moda intelectual. Para el campesino de Yabal, en Cisjordania, al que le han confiscado las tierras, el sionismo que conocieron sus padres y sus abuelos sigue siendo neto y está bien vivo porque sigue haciendo estragos por muchas definiciones nuevas que quieran darle los intelectuales de izquierda del Instituto Van Leer de Jerusalén.
Este debate sobre la actualidad del sionismo no es una discusión teórica ni una simple cuestión de semántica. Tiene implicaciones directas para el análisis de la política israelí actual y en particular para el significado que se deriva de la Declaración de Principios de Oslo (DPO): ¿se trata, como muchos suponen, de una ruptura con la política anterior o, por el contrario, de su continuidad? El carácter futuro de la entidad palestina en formación depende, evidentemente, de la respuesta a esta cuestión.
En este artículo intentaremos demostrar que la continuidad que enlaza la ideología sionista original con la realidad contemporánea del Estado de Israel y la permanencia de conceptos nacionalistas excluyentes -que no sólo implican las prácticas de depuración étnica sino que entrañan asimismo un totalitarismo cultural en la sociedad judía-israelí- enajenan, por ello, toda forma de pluralismo y de permanencia de las múltiples tradiciones judías de la diáspora. Finalmente, intentaremos ver en qué medida la DPO rompe con esta lógica o, al contrario la perpetúa, y qué puede significar a largo plazo para el futuro del Estado judío y de la sociedad israelí.
Sionismo y nacionalismo
Al comienzo estaba el Estado-nación. No se puede comprender el sionismo sin evaluarlo como el producto directo del nacionalismo del siglo XIX, del concepto del Estado-nación y de la incapacidad de este último para poner fin al antisemitismo. Fue el brote de antisemitismo que reveló el caso Dreyfus lo que llevó al padre del sionismo, Theodore Herzl, a buscar una solución al problema judío más allá de los Estados-nación en los que vivían las comunidades judías de Europa con la perspectiva de crear un Estado-nación para la nación judía.
El postulado sionista número uno es que el antisemitismo, al igual que cualquier otra forma de exclusión, es un fenómeno natural y, por tanto, inevitable [1]. El concepto de nación que sostiene el sionismo es un concepto racial de la nación y el rechazo de los judíos de la comunidad nacional francesa o alemana es, por ello, natural, es decir justificada. Así pues, para normalizar la situación de los judíos hay que: a) sacar a los judíos de su posición minoritaria en el seno de las naciones; b) reagrupar a los judíos en un lugar donde formarán la Nación; c) crear un Estado-nación; d) excluir de la comunidad nacional a la población indígena, si es que existe en ese lugar donde el sionismo cree su Estado-nación. Este concepto, en el que se percibe claramente la influencia de ciertas filosofías nacionalistas de finales de siglo XIX, tiene implicaciones extremadamente reaccionarias. En primer lugar, frente al antisemitismo (y a cualquier otra forma de exclusión) que, como fenómeno natural e ineludible, no puede ni debe ser combatido. La lucha por el derecho de los judíos a vivir libres y en igualdad en las sociedades donde se encuentran es a la vez utópica y peligrosa; solo la emigración hacia el Hogar nacional judío tiene sentido y merece ser apoyada. Por ello el antisemitismo tiene su lado positivo [2] y la colaboración con regímenes o movimientos antisemitas no puede excluirse a priori.
La segunda implicación concierne evidentemente a los árabes de Palestina cuya existencia misma entra en conflicto con el proyecto sionista. La depuración étnica (garantizar el Estado de Israel como Estado judío) se inscribe en este proyecto como el genocidio está inscrito en la conquista del oeste norteamericano, El conflicto israelo-palestino no es el resultado del terrorismo o del rechazo árabe ni de esta o aquella política de los diferentes dirigentes israelíes, sino la esencia misma del sionismo y la filosofía que lo sustenta. Se afirma con frecuencia que el sionismo no es un racismo anti-árabe; es cierto, en la medida en que el nacionalismo granserbio no es un racismo antibosnio o antialbanés. Pero se trata, tanto en un caso como en el otro, de una definición muy estrecha del racismo, basándose únicamente en las intenciones y no en la lógica intrínseca de un movimiento que se fija por objetivo la Gran Serbia o el Estado judío rechazando tener en cuenta la realidad étnica o nacional sobre el terreno.
Si nos centramos en la lógica sionista, se descubre una tercera implicación que está cargada de peligros para el proyecto sionista. En efecto, en la lógica de la exclusión étnica o nacional, el Estado judío como elemento ajeno al oriente árabe es visto como un conflicto permanente con su entorno geo-nacional y, a largo plazo, condenado a la destrucción. Yugoslavia está aquí para hacernos recordar, de manera trágica, que no hay fin para la lógica de la exclusión y que todo el que desaloja [población] puede ser desalojado. En nombre de la pureza étnica se quiere un Estado judío; en nombre de la misma filosofía se podría querer un Oriente Medio árabe.
El Estado-nación, en su definición étnica, implica necesariamente una relación privilegiada para la raza, etnia o nacionalidad dominante, y una relación de subordinación y discriminación hacia los residentes -ciudadanos o no- que no pertenezcan a la nacionalidad dominante. A través del proceso de colonización de Palestina esta relación de dominación tomará formas diversas pero provocará también divergencias importantes entre los principales componentes del movimiento sionista y, más tarde, de la clase dirigente israelí.
El sionismo como colonialismo de expulsión
Para establecer un Estado nacional judío en alguna parte del mundo, fue necesario en primer lugar tomar posesión de un territorio. Aquí, el sionismo también se comportó como el producto de su época, la época colonial en la que Europa estableció sus imperios a través de África y Asia. Es un hecho conocido que los dirigentes sionistas de principios de siglo se dirigieron a las grandes potencias de la época, desde el imperio zarista hasta el imperio británico, para convencerles de que apadrinasen el movimiento colonial sionista que, a cambio, se encargaría de defender los intereses de la potencia imperial que le apoyase [3]. En aquella época, los sionistas no tenían ningún rubor en llamar a un gato, gato y a una colonia, colonia. Todos los conceptos que describen la empresa sionista en Palestina forman parte del vocabulario colonialista: Yishouv (colonia), Hityashvut (colonización), Tnuat Hahityashvut (movimiento colonial), etc. Mucho después, los sionistas de izquierda tratarían de disimular la naturaleza de la empresa de la que formaban parte de igual modo que evitaron toda descripción del sionismo como empresa colonial.
La primera actitud del movimiento colonial sionista a la población indígena fue la de ignorarla. Es una actitud colonialista clásica ignorar a los indígenas como realidad humana, mucho más como realidad nacional. Contrariamente a Herzl que tomó en consideración a la población indígena en sus planes, los colonos que llegaron a Palestina no veían en los árabes autóctonos más que uno de los elementos del paisaje local. Un elemento molesto, como el terreno cenagoso, la malaria o las piedras que había que quitar para trabajar la tierra. "Si hay árabes, entonces todo nuestro proyecto debe ser cuestionado", afirmó uno de los padres fundadores del sionismo en un singular momento de lucidez moral. Lo interesante de esta declaración, es su modo condicional, como si se ignorase que Palestina estaba poblada con más de un millón de palestinos.
Como todos los otros obstáculos al proyecto sionista había que despejar el terreno de sus indígenas mediante los tres mandamientos del sionismo: redención de la tierra, a saber, comprar la tierra a los propietarios absentistas con la condición de que los campesinos árabes fuesen expulsados; conquista del trabajo, es decir, expulsar a los trabajadores árabes del mercado laboral, y, particularmente, una vez creado el sindicato Histadrut, fijar su objetivo en el empleo exclusivo de mano de obra judía mediante el boicot, las subvenciones y los actos de violencia; comprar productos judíos boicoteando (destruyendo) los productos árabes.
Es alrededor de estos tres ejes como se constituyó la Yishouv, la colonia judía, al lado de la sociedad árabe y en respuesta a ella. La guerra de 1948 permitirá rematar ese proceso mediante la expulsión (y el rechazo a permitir su retorno) de más de 6000.000 árabes y mediante la ampliación de la Yishuv, convertida en tierra de Israel más allá de sus límites anteriores a 1948 y más allá del territorio atribuido por la ONU al Estado judío.
Siendo el objetivo del colonialismo sionista crear un Estado nacional judío, la relación con los palestinos no es una relación de explotación, sino de exclusión, de expulsión. Todo el debate sobre la salida de los refugiados palestinos de 1948 -se fueron por su propia iniciativa o fueron expulsados- es un entretenimiento. La esencia misma del sionismo y los cuarenta años de su historia en Palestina anteriores a 1948 se caracterizan por la exclusión-expulsión, precisamente porque la meta del sionismo es el Estado nacional judío. Que hubiera consignas explícitas de expulsión o no, no es relevante, cada uno sabía lo que tenía que hacer, incluidos los palestinos.
El 'Estado judío'
En coherencia con la ideología y la práctica sionistas anteriores a su constitución, el Estado de Israel no es el Estado de sus ciudadanos, sino, como bien lo indica la Declaración de Independencia que sigue siendo en la actualidad el único documento cuasi constitucional en vigor, el Estado del Pueblo judío. Si se quiere, la nacionalidad israelí otorga derechos de ciudadanía pero sólo la pertenencia al pueblo judío (cualquiera que sea su nacionalidad) permite pertenecer al colectivo realmente soberano. Para apoyar esta soberanía judía se ha creado todo un cuerpo de leyes específicas: después de la Ley del Retorno que reconoce la ciudadanía automática a cualquiera que tenga un ascendente judío (hasta los abuelos), hasta la Ley Fundamental de la Tierra, que otorga la propiedad y la pertenencia de la misma al pueblo judío (a través del mundo) y no a la nación israelí.
Cuestionar el carácter judío del Estado de Israel es -desde que se aceptara en la Knesset la Ley Fundamental al final de las años 80- motivo suficiente para descalificar una lista electoral, al igual que la nueva Ley sobre los partidos políticos que exige, para ser reconocido como partido político, ratificar la definición de Israel como el Estado del pueblo judío. La reivindicación misma de una transformación de Israel en un Estado democrático en el que todos los ciudadanos sean iguales es considerada como una traición o, al menos, como una descalificación para participar en el debate democrático. Se dirá que esto puede cuestionar la expresión mayoritaria del 17% de ciudadanos palestinos pero precisamente en la óptica sionista, la opinión de la minoría palestina no se toma en cuenta sino en un marco constitucional, ideológico y político predeterminado por la nación judía dominante.
Las leyes son sólo un aspecto, el más importante, de la discriminación a la que están sometidos los ciudadanos palestinos de Israel. Toda la práctica política y cultural del país se muestra como si los árabes no existiesen. En la asignación de los presupuestos, en la definición de las regiones de desarrollo prioritario, no hay jamás criterios objetivos y universales, de manera que las aldeas árabes son sistemáticamente marginadas. Si la discriminación es demasiado evidente, el Estado se retira y cede la competencia al Fondo Nacional Judío o a la Agencia Judía, instituciones paraestatales que representan al pueblo judío y formalmente independientes de las estructuras del Estado. A veces también se recurre a la noción de "familia bajo la jurisdicción del ejército" para poder dar a las familias judías lo que se les niega a las árabes, incluyendo en esta definición a los parientes más lejanos que, de hecho, viene a querer decir, a todos los ciudadanos judíos.
Si la administración militar que tenía al conjunto de la población árabe de Israel bajo su tutela y su control se abolió en 1965, el ciudadano árabe permanece excluido del colectivo nacional. En 1993, la Knesset rechazó de nuevo incluir diputados árabes en ciertas comisiones y la coalición de centro-izquierda se negó a integrar a los partidos de base mayoritariamente árabe con los que había alcanzado un acuerdo político, inventando el concepto de mayoría de bloqueo, es decir, una estructura en la que los partidos tienen todos los deberes de un partido gubernamental pero ningún derecho sustancial. Si en el caso de las comisiones de la Knesset se evoca todavía la doble lealtad de los árabes de Israel, el argumento que justifica su exclusión en la coalición gubernamental es más directo: las decisiones políticas importantes no pueden tomarse con una mayoría obtenida gracias a los diputados árabes. Para aprobar la retirada [del ejército israelí] del Golán, por ejemplo, hace falta una mayoría judía. Hay que señalar que el gobierno israelí se presenta como el gobierno del pueblo judío y no como el gobierno de los ciudadanos israelíes.
Nación judía y nación israelí
El segundo postulado del sionismo estipula que, soberanos y mayoritarios, los judíos se normalizarán, y que el Estado judío engendrará un judío nuevo, liberado de las taras producidas por dos mil años de exilio.
Ignoremos los fuertes tintes antisemitas que emana este postulado y veamos sus implicaciones en la formación de la nación judía de Israel. En primer lugar el derecho que se abroga el sionismo de manipular a las comunidades judías de la diáspora. En efecto, si se trata de comunidades degeneradas, es el deber del sionismo extraerlas de su entorno insano, sin tener en cuenta su propia voluntad [4]. Así se explica que, agentes sionistas colocaran bombas en las sinagogas de Bagdad y negociaran un mercadeo sórdido con Nuri Saad con el fin de transferir aceleradamente a los judíos iraquíes hacia Israel, o que a los judíos de Yemen se les dijera que los aviones que iban a recogerles eran las alas de las águilas del mesías del que habló el profeta. De igual modo, se explica así que Arlozorov se las manejase para negociar indecentemente con el régimen nazi a fin de transferir judíos alemanes (individuos y bienes) a Palestina, o que en Malta Gorbachov y Reagan regateasen sin escrúpulos para que la emigración judía soviética fuese orientada hacia Israel exclusivamente.
Se trata en definitiva de re-escribir la historia judía y de describir al judío de la diáspora de tal manera que se adapte a los postulados sionistas: un judío pasivo, miserable, cobarde, improductivo, que ha vivido dos mil años de opresión en diversas naciones, una diáspora considerada como un largo paréntesis de vergüenza, entre la soberanía judía de la época bíblica y el renacimiento de la soberanía judía en Eretz-Israel. De golpe, se ignoran la edad de oro judeo-árabe en la España medieval, o la rica cultura yiddish de la Europa oriental, o las aportaciones esenciales de los judíos a la cultura europea moderna, o incluso la convivencia que ha caracterizado una parte importante de la existencia judía en el mundo árabe-musulmán. Son dos milenios de Amalek a Hitler, en un gueto, en campo de exterminio planetario que no se da por terminado.
Esta falsificación de la historia judía tendría solo una importancia teórica y cultural si no fuera por la implicación directa que tiene sobre la mayoría de los ciudadanos judíos de Israel. En efecto, desde esa óptica de ruptura, los pioneros sionistas crearon un modelo de judío nuevo que debía emerger de las ruinas del judío de la diáspora. Para ello, fue necesario aniquilar la memoria y la identidad cultural de las diversas comunidades inmigrantes judías y modelar, como en un crisol, una nueva identidad judía. Contrariamente a la imagen de crisol de la que abusa la propaganda del Estado, no existe la mezcla de identidad sino la creación ex nihilo de un israelí que debe ser la negación del judío de la diáspora. No es casual que el pionero sionista de la segunda inmigración cambiase la vestimenta del judío tradicional de la Europa del Este, por un traje muy fuertemente influenciado por la vestimenta beduina, o mejor dicho, por la imagen orientalista infundida en los inmigrantes judíos que venían de Europa.
El sionismo desposeyó a los judíos venidos de los países árabes o de la Europa del Este de su historia, reducida a algunos párrafos mal impresos en los libros escolares, los ha separado de sus tradiciones, les ha prohibido sus acentos reemplazándolos por una pronunciación seca y neutra del hebreo, les ha enseñado a despreciar aquello de lo que fueron hechos y a avergonzarse de sus culturas. Y de ello se deriva una de las grandes contradicciones del sionismo, que la nación que ha creado no es judía. Es una nueva nación, la nación israelí. El judío nuevo ya no es judío, es israelí. El sionismo no tiene sentido sino por aquello que define como nación judía, que es su razón de ser, su única justificación. Al cortar todas las raíces con las herencias judías y con sus culturas, el sionismo ha roto la continuidad y se ha perdido en una nueva identidad que se ha convertido en la negación de su proyecto original. Por ello ha sido necesario volver de nuevo a la religión [5].
Otra paradoja del sionismo, movimiento laico e incluso antirreligioso, es que tras dos generaciones ha engendrado un Estado en el que la religión juega un papel central no solamente sobre el plano político sino, sobretodo, en el plano cultural, simbólico y de la identidad. Si el Estado de Israel no es una teocracia, la religión judía no es menos una religión de Estado. En efecto, únicamente la religión es capaz no solo de dar a la vez una definición que incluya a los judíos de Israel y a los de la diáspora (es judío quien ha nacido de madre judía) sino también un sentido y una legitimidad al Estado sionista. Golda Meir, mujer profundamente laica, lo explicó claramente en 1970, en un debate en la Knesset:
"[...] más que nada en este mundo valoro una cosa: la existencia del pueblo judío. Esto me merece más importancia que la existencia del Estado de Israel o que el sionismo; porque sin la existencia del pueblo judío los otros dos [Israel y sionismo] ni son necesarios ni posibles... No soy una persona religiosa pero nadie arrancará de mi mente la convicción de que sin nuestra religión hubiéramos sido como otros pueblos que habiendo existido una vez desaparecieron después... ¿Sugiere Ud. que en el 22 aniversario del Estado judío arrojemos el manto del rezo?" [6]
Al querer dar otra definición de judío, el sionismo se ha situado ante una elección: o la ruptura con el judaísmo y la creación de una nueva nación -la Nación Israelí- o el retorno a la religión como elemento constitutivo y permanente del nacionalismo judío. El primer caso, significa reprimir las aspiraciones culturales de la mayoría de la población judía en Israel; el segundo, crea una realidad política inviable para aquellos que aspiran a una sociedad libre y laica.
Las dos vías de la separación
El Estado judío, tan étnicamente puro como sea posible, es la esencia del sionismo político y el cimiento del consenso nacional israelí. La exclusión o la separación, como se le denomina en el debate público, es el objetivo común tanto de la derecha como de la izquierda sionistas. Si el general Zeevi, del partido Modelet habla abiertamente de desalojar, Rabin dice que "sueño con ver que Gaza se hunde en el mar", y A.B. Yehoshua, que no es solo un gran escritor sino también el padre espiritual del movimiento pacifista israelí, pude decir sin sonrojo "Imaginemos una situación idílica en la que los árabes no existiesen [...]". Proyecto político o sueño, por medios violentos o por la negociación, los sionistas quieren un Estado con los menos árabes posibles.
El gran debate común de la izquierda y la derecha sionista después de decenios gira en torno a los medios para alcanzar ese objetivo. Por la derecha, todo territorio palestino ocupado debe ser integrado al Estado judío, su población indígena debe estar abocada a ser eso que se llamaba en la época bíblica residentes autóctonos, sin derechos civiles y sometidos. Situación transitoria en tanto que se produzca un milagro más o menos provocado por el que, como en 1948, los árabes desaparezcan más allá de las fronteras. Para la extrema derecha, no hay que esperar a que se produzca el milagro cuando los palestinos se organizan en movimientos de liberación nacional y de resistencia a la ocupación sionista; en consecuencia, hay que planificar el desalojo de la población. Los partidarios más reconocidos del desalojo no vienen de la derecha tradicional sino del Palma'h, las tropas de elite de la izquierda sionista. En efecto, los Zeevi, los Eitan los Rabin, fueron quienes planificaron y ejecutaron la política de desalojo en 1948 y, quienes desde entonces no han dejado de soñar con lo que para ellos representa el acto formador del Estado judío.
Los laboristas y, en general la izquierda sionista, quieren la separación sin violencia ("transferir a la población no es realista", dicen), un Estado judío [7] y democrático. Es por ello que [la izquierda sionista] prefiere menos territorio que un Gran Israel con un millón y medio de árabes palestinos. La izquierda sionista (Paz Ahora, Meretz) se ha distinguido en el curso de los últimos diez años por eslóganes del tipo: "Queremos la paz con los palestinos porque es el único modo de alcanzar la separación"; "debemos abandonar los Territorios Ocupados porque no queremos un millón y medio de palestinos en nuestro seno"; "el peligro demográfico el más grave de los problemas de seguridad"; y sobre todo: "un Estado con un millón y medio de palestinos no será ni judío ni democrático".
La Declaración de Principios de Oslo constituye, después del desalojo de 1948, la victoria más clamorosa del sionismo pues permite mantener el control y proseguir la colonización de los TTOO a la vez que asegura una separación entre las dos comunidades que contrariamente al apartheid sudafricano, no ha sido impuesto a los palestinos sino aceptado por su dirección nacional como un elemento de su liberación y de su soberanía. No se puede excluir la hipótesis de una nueva partición de Palestina entre dos Estados soberanos y esta es ciertamente la apuesta que Yaser Arafat y sus colegas hicieron cuando aceptaron firmar la DPO y los Acuerdos de El Cairo. Por tanto, el año que acaba de transcurrir no deja resquicio a la duda: lo que se pone en marcha tras la firma de la DPO no es el embrión de un Estado palestino soberano, sino un sistema de apartheid basado en bantustanes gestionados por una administración y una policía palestinas. El control y la fuente de autoridad siguen en las manos del Estado de Israel que delega una parte de sus poderes a la Autoridad Palestina (AP). Cuando quiere, el gobierno hace entrar sus tropas en los territorios palestinos autónomos; cuando quiere, abre o cierra las fronteras entre esos territorios e Israel; cuando quiere y en función de las necesidades de su mercado laboral, autoriza a un cierto número de trabajadores palestinos a entrar en territorio israelí.
Todo esto recuerda naturalmente a África del Sur, con una diferencia: a la inversa de múltiples tentativas anteriores, es el propio movimiento nacional palestino y no los colaboradores de la Liga de los pueblos o los notables pro-jordanos quien ha avalado el nuevo sistema de apartheid. Como si Nelson Mandela y el Congreso Nacional Africano hubiesen aceptado jugar el papel de Buthelezi.
Para Rabin y su equipo, el sistema puesto en marcha por la DPO es ideal pues permite mantener el gran Israel, que incluye el conjunto de las colonias de población [judía] en Gaza y Cisjordania. Este sistema crea una separación entre israelíes y palestinos, lo que garantiza el carácter judío del Estado de Israel y obtiene la aceptación de la OLP de este sistema de apartheid, confiriéndole un carácter democrático ("Es la elección de la dirección legítima y reconocida de los propios palestinos").
El Estado nacional judío en el gran Israel toma forma de una separación sin partición, es decir, una realidad binacional regida por un sistema de apartheid. Es menos eficaz que el desalojo pero ciertamente más realista, al menos, por el momento.
El principio de simetría
Desde 1967, la OLP fundó diferentes programas propuestos para resolver el conflicto israelo-palestino basados en el principio de igualdad. Una persona, un voto, esta era la fórmula que emergió del programa para una Palestina democrática y no confesional para musulmanes, cristianos y judíos. La debilidad de esta fórmula -evadir el carácter nacional de la cuestión israelí y, por ello, la necesidad de una solución que reconociese los derechos nacionales de los israelíes- fue corregida en diversos programas que desarrollaron el concepto de una Palestina binacional. Tanto en un caso como en el otro se mantiene a la vez un cuadro unitario y una igualdad entre las diferentes comunidades (nacionales o étnico-religiosas) que habitan Palestina.
Al proponer su compromiso histórico en el curso del Consejo Nacional Palestino de 1988, la OLP aceptó el principio de la partición, asimismo basado en el principio de igualdad: dos naciones, dos Estados. La respuesta del gobierno israelí a este compromiso histórico, la que se define después del 13 de septiembre, se basa en el principio de desigualdad. Israel mantiene el poder y concede a los palestinos el derecho de administrar sus asuntos internos, es decir, el derecho a la autonomía.
El concepto de autonomía no es nuevo pero la utilización que de él hace el régimen sionista es original. La autonomía es un derecho acordado con una minoría en favor de sus derechos civiles. Es la igualdad más la autonomía con el fin de garantizar sus especificidad cultural o nacional. En el caso israelí, es la autonomía en lugar de la igualdad. En lo que concierne a la aplicación del principio de igualdad respecto a la cuestión israelo-palestina, sólo existe una alternativa: la de la autodeterminación nacional, es decir, un Estado nacional israelí y un Estado nacional palestino, o la del Estado unitario y binacional. La autonomía palestina tal y como se diseña en la actualidad es el reconocimiento de una minoría en el marco del Estado judío sin reconocerle los derechos civiles ni el derecho a la autodeterminación.
El periodista Yair Sheleg resume perfectamente ese principio que guía la DPO:
"Hay que acabar con el modelo de compromiso territorial y volver al viejo modelo, elaborado por Dayan y Peres de compromiso funcional [...]. No hay razón para oponerse a la existencia de símbolos como una bandera, un himno nacional, una moneda o los sellos; ni tampoco hay razón de alterarse si los palestinos denominan a eso un Estado; pero es imperativo que no tengan soberanía sobre el territorio. [...] La situación muy particular que caracteriza las relaciones entre nosotros y los palestinos, es decir, entre dos pueblos que reivindican exactamente la misma tierra, no puede ser resuelta, como en el caso de las negociaciones entre dos Estados 'normales', por un trazado de fronteras. Este es un conflicto intercomunitario que exige no la delimitación de una frontera geográfica sino la delimitación de responsabilidades" [8].
La soberanía para Israel y la administración cotidiana para los palestinos y, si insisten, una banda militar y desfiles.
Cada vez parece más posible que "la situación muy particular que caracteriza las relaciones entre israelíes y palestinos" convierta la partición en caduca. Después de más de diez años el investigador Meron Benvenisti no cesa de clamarlo cuando habla de una situación irreversible creada por más de dos décadas. Si ese es el caso, la labor de los verdaderos pacifistas israelíes consiste en poner en el orden del día la igualdad de derechos civiles y nacionales.
En efecto, mientras la ocupación no se enmascaró de proceso de paz se podía poco a poco convencer a una parte de la opinión pública israelí de que la retirada de los TTOO era necesaria para lograr poner fin a una situación que se hacía cada vez más difícil para la población israelí. La retirada de los TTOO parecía la única alternativa a la ocupación. Con la DPO, la situación se complicó: la retirada de las fuerzas armadas israelíes de zonas habitadas -y todo indica que esta parte de la DOP será, pronto o tarde aplicada por el gobierno de Rabin porque es el interés de su gobierno y de su ejército- redujo sensiblemente el precio pagado por Israel por mantener su control sobre el conjunto de Palestina; la colaboración de la OLP en el proceso iniciado en Oslo creó la ilusión de que la ocupación tocaba a su fin.
La lucha contra la ocupación que se había identificado contra la lucha por la partición, se convirtió en un combate por la separación. El bloqueo criminal de los TTOO que desmantela el tejido social, económico y nacional palestino se presenta como un factor de progreso ya que significa más separación. Paralelamente y con el fin de justificar el mantenimiento de la ocupación por un periodo indeterminado, la mayoría de los israelíes subrayan la imposibilidad de crear una frontera según las líneas del armisticio en vigor hasta el 5 de junio de 1967. En otros términos, en Israel se ha creado un nuevo consenso, esta vez a favor del sistema de apartheid: Estado judío más separación en el Gran Israel. Este nuevo consenso y, sobre todo la realidad que parece instalarse a fin de siglo, exige para los palestinos en primer lugar pero también para todos aquellos que en Israel rechazan ser cómplices, hacer un nuevo viraje estratégico y retornar a lo que fue siempre la elección de los palestinos y de los progresistas israelíes: un Estado democrático y binacional.
Mientras que la separación significa la soberanía nacional sobre un territorio independiente, no se puede ignorar el aspecto retrógrado que esconde este concepto. Después de la DPO, el principio de separación no se adorna ya de los atractivos del derecho a la autodeterminación sino que se revela como una decisión unilateral de exclusión. Si en 1947 los palestinos rechazaron la partición, tras el compromiso histórico de 1988, se constata que Israel no lo había aceptado más que en la medida en que en Tel Aviv se sabía que los palestinos lo rechazarían. Una vez aceptada por los palestinos, los dirigentes israelíes rechazan la partición. Ha llegado pues el momento de ir más allá de las mitificaciones ideológicas para aprehender la realidad material: el gran Israel existe y es un Estado judío. El combate del próximo decenio será el combate contra el apartheid y por un Estado democrático y binacional.

Notas: 1. Leo Pinsker, en su obra Auto-émancipation, explica que el antisemitismo es un fenómeno genético en el sistema biológico de los no judíos.
2. Golda Meir llegó a declarar que mucho del antisemitismo era negativo pues desembocaba en la destrucción de los judíos, pero que la ausencia de antisemitismo lo era igualmente, pues amenazaba con la asimilación y que por tanto debía de existir una cierta dosis de antisemitismo.
3. Herzl no dudó en negociar con el ministro antisemita ruso Plehve argumentando que más allá de la defensa de los intereses de Rusia en la región, el sionismo sería un buen medio para desembarazarse de los judíos.
4. Hace tres años, el director general del Departamento de inmigración de la Agencia Judía, que había sugerido un puente aéreo para hacer venir en algunos días a la comunidad judía de una de las repúblicas asiáticas de las ex URSS donde se estaban llevando a cabo combates entre dos etnias rivales, respondía a un periodista de la televisión israelí que le preguntaba si esos judíos habían sido consultados sobre su venida a Israel: "No merece la pena preguntarles, ¿quién no querría regresar a su patria?"
5. Akiva Orr: "Generations and cultures in Israel", ISRACA, Janvier, 1973
6. Knesset Debates, vol. 13, p. 770, debate del 9 de febrero de 1970.
7. En 1988, la campaña electoral del partido Laborista mostraba mujeres árabes encinta y explicaba que era necesaria una frontera entre israelíes y palestinos para contener el peligro demográfico. Esta campaña dio un mandato suplementario al partido del transfer de Rehav'am Zeevi.
8. Haaretz, 29 de noviembre de 1994.

 

miércoles, 16 de julio de 2014

"Muerte a los árabes"




"Gideon Levy (en hebreo: גדעון לוי, nacido en 1953) es un periodista israelí. Levy escribe artículos de opinión y una columna semanal para el periódico Haaretz que a menudo se centran en la ocupación israelí de los territorios palestinos." http://es.wikipedia.org/wiki/Gideon_Levy

"Haaretz (en hebreo: הָאָרֶץ, "La Tierra", en referencia a la Tierra de Israel) es un periódico israelí fundado en 1919. Se publica en hebreo, con una versión abreviada en inglés que se distribuye como anexo de la edición del International Herald Tribune en Israel. En Internet existen versiones en hebreo e inglés. http://es.wikipedia.org/wiki/Haaretz"

Publicado en español por Rebelion.org

Muerte a los árabes

Haaretz

Traducido del hebreo para Rebelión por J. M.

El objetivo de la operación "margen protector" es restablecer la calma; los medios: matar civiles. La consigna de contraseña "La Familia" fue declarada política ostensible. Israel cree realmente que si mata a cientos de palestinos en Gaza, logrará la calma. La destrucción de armas de Hamás es inútil, ya ha demostrado que sabe rearmarse; derrocar el régimen de Hamás es objetivo poco realista (e ilegítimo) que Israel no desea porque sabe que el sustituto puede ser peor. Así que nos quedamos con un solo objetivo: muerte a los árabes, la multitud vocifera. El ejército israelí ya tiene el "mapa del dolor", nueva invención diabólica que sustituye el "banco de objetivos" no menos satánico y este mapa crece a una velocidad alarmante.
Vean en Al Jazeera en Inglés, canal de televisión profesional y equilibrado (a diferencia de su hermana en árabe), y verán el grado de éxito. No lo verán en los canales de televisión abierta israelí, como siempre, donde se ven casi exclusivamente a la víctima israelí. Pero en Al Jazeera verán toda la verdad, y quizás incluso se horrorizarán. Los cadáveres en Gaza se están acumulando. La cuenta de la matanza masiva se actualiza cada minuto, la cual Israel glorifica, que incluye decenas de civiles han sido asesinados, entre ellos 24 niños hasta el mediodía de ayer. Cientos de heridos, la destrucción, el terror y el horror, y también han bombardeado el hospital y una escuela. El objetivo es atacar a los hogares y ninguna hipocresía va a ayudar: es un crimen de guerra, aunque el ejército israelí los llama "puestos de comando" o "lugares de reunión". Sí, hay ataques mucho más brutales que el de Israel, pero esta guerra no es más que un ataque mutuo de ciudadanos - el elefante frente a una mosca -. Ni siquiera hay refugiados a diferencia de Siria e Irak, Gaza no tienen el lujo de los residentes que huían por sus vidas; en una jaula no hay adonde escapar.
Desde la primera guerra del Líbano, hace más de 30 años, matara los árabes se convirtió en el principal medio de la estrategia israelí. El ejército israelí ya no ha pelea contra otros ejércitos, el objetivo principal es la población civil. Los árabes nacieron sólo para matar y ser muertos, esto todo el mundo sabe. No tienen otro propósito en sus vidas, e Israel los está matando, obviamente. Obviamente se debe repudiar el camino de Hamas que no sólo de dirige sus cohetes a objetivos civiles israelíes, no sólo que hizo bases en una población urbana - desde luego, hay que ver si tiene una alternativa en la superpoblada Franja – además de que también abandonó a su población a la brutalidad de los bombardeos criminales de Israel de Gaza sin preocuparse de delimitar un área protegida, para refugio vivienda o para alarma. Esto es criminal pero los ataques de la Fuerza Aérea no son menos criminales por el resultado y por la exposición: no hay ninguna casa en Gaza, donde no vivan decenas de mujeres y niños, por lo que el ejército israelí no puede alegar que no tenía intención de hacer daño a los inocentes. Si la demolición de la casa de un terrorista en Cisjordania, últimamente fue motivo de débil discusión, ahora se han demolido decenas de ellas, encima de sus habitantes. Generales de reserva y comentaristas habituales compiten sobre quién hace la propuesta más monstruoso: "Si les matamos a sus familias, se asustarían", explicó el general Oren Shajor sin que se le mueva un párpado. "Tenemos que crear una situación tal que cuando dejen sus agujeros, no reconozcan la Franja de Gaza", explicaron otros. Sin vergüenza, sin lugar a dudas, el próximo Goldstone.
Una guerra sin un propósito claro es una guerra abominable; hacer blanco en la población civil es una orden criminal. El terror cunde ahora también en Israel, pero dudo si hay un israelí que pueda imaginarse lo que están atravesando ahora 1,8 millones de habitantes de Gaza, cuyas miserables vidas otra vez han caído en el horror. Gaza no es un "avispero", es un lugar desesperante para su gente. Hamás no es un ejército, ni mucho menos, a pesar de toda la intimidación: si en efecto construyó un sistema tan complicado de túneles en Gaza, ¿por qué no darle para que construya el metro en Tel Aviv?
Pronto más miles de vuelos de combate y miles de toneladas de bombas e Israel está a la espera de las “escenas de la victoria". Esto se ha logrado ya: ¡Muerte a los árabes!
Fuente: http://www.haaretz.co.il/opinions/.premium-1.2374552